Continuamos el viaje
cruzando el País Vasco rumbo a la rioja, el tiempo no acompañaba, pese a ser
Julio, y las horas de viaje empezaban a hacerse notar… cambiábamos el reglaje
del asiento intentando buscar una postura más cómoda… cambiábamos la orientación
de los chorros del aire… y sobre todo luchábamos contra la radio. Llevábamos horas escuchando el mismo CD de
reguetón de "Romeo Santos" que nos había dejado Regino en su coche
(esto si que no te lo perdono), y hartos de oirlo una y otra vez intentamos
sintonizar algo en la radio, pero la muy cabrona cada 5 minutos cambiaba de
emisora… y por más que lo intentábamos no éramos capaces de evitar que se
cambiase. Cualquier persona normal en nuestro lugar habría quitado la radio,
pero nosotros estuvímos intentándolo casi durante una hora y, por supuesto,
ella ganó… y dejamos que fuese la radio decidiese que era lo que debíamos de
escuchar… ¡CABRONA!
Continuamos el viaje
escuchando las noticias, y aunque intentábamos mantener la ilusión de ver ya el
Marbella en vivo, ahora teníamos metido el miedo en el cuerpo de encontrarnos
algo parecido a lo que habíamos vivido con el motor. Pero ya no había vuelta atrás, así que había que intentar pensar
en positivo.
Tras varias horas de
viaje y un repostaje de 90€ de gasolina (como traga el frontera…) llegamos a
las callejuelas de Casalareina, y siguiendo las indicaciones del GPS llegamos a
la casa dónde nos estaba esperando el Marbella. Eso sí, si había la posibilidad de ir por una calle
ancha o por una callejuela de mierda, el GPS nos llevaba por la callejuela… lo
que nos supuso muchas maniobras para poder girar con el remolque.
¡Pero ya está!
Estábamos allí, ¡delante del portón de la casa! Bajamos del frontera llamamos a
la puerta y Gustavo nos abrió. Si cuando recogimos el motor todo eran malas
sensaciones, aquí era todo lo contrario. Le saludamos, y según nos abrió la
puerta de la finca ahí estaba el Marbella, recién lavado por su abuelo, con la
baca con focos puesta, ¡impresionante! Parecía nuevo. Y sintiéndolo mucho, en
ese momento tampoco se me ocurrió sacar la cámara… estaba demasiado ilusionado.
Nos habían preparado
el coche como si lo fuese a entregar un concesionario, su abuelo había estado limpiándolo a fondo
por fuera, le habían puesto todos los cachivaches (snorkel, baca, focos, etc)
para que lo viésemos montado, nos habían colocado todas las piezas, los juegos
de ruedas y un par de asientos que nos regalaban en el maletero… Increíble.
Ahora sí que estaba saliendo todo rodado, tanto tiempo deseando emprender esta
aventura y ahora tenía el coche delante de mí.
Empezamos a hablar
con gustavo del coche, me subí al coche con el y empezó a explicarme todas las
modificaciones que le habían hecho al coche (más adelante las veréis en las
fotos) y sin que me diese tiempo a reaccionar, giró la llave y lo arranco!
¿Pero no estaba gripado el motor??? Pues nó, el problema que tiene el motor es
que se le había ido un retén (en ese momento ni idea de lo que era) y quemaba
mucho aceite, pero el coche funcionaba lo suficiente como para poder subirlo y
bajarlo por su propio pie al remolque. Así que nos pusimos manos a la obra, le
desmontamos todos los cachivaches y con mucho cuidado, entre todos lo subimos:
Impresionante,
¿verdad?. Una lástima no tener una foto con todos los cachivaches montados.
Después de subirlo
al remolque fuimos a firmar los papeles dentro de la casa y seguimos hablando
sobre cómo había sido su carrera en el Panda Raid, y mientras tanto, y sin que
nos diésemos cuenta, su abuela nos sacó algo para picotear… casi se nos salta una
lagrima, eran las 3 de la tarde y no habíamos comido, solo teníamos un café y
un sobao en el cuerpo desde la comida del día anterior…
Timidamente
picoteamos algo mientras terminábamos de firmar los papeles y
seguíamos escuchando sus consejos y finalmente nos despedimos. Andoni se
puso al volante y emprendimos el viaje de vuelta.
En este momento, y
desde estas líneas, solamente quiero agradecer a Gustavo, a Raúl y a su familia
el trato recibido.
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