Al poco de salir de
Casalareina paramos en un bar de carretera a comer algo, ¡por fín!, el bar era
una puta mierda, pero a estas alturas cualquier cosa nos sabía a gloria. Ya
teníamos el Marbella, y estábamos mucho más relajados pero ahora empezaba a avivar
otro nuevo miedo.
¿Os acordáis que en
el primer post comentaba que ya teníamos sitio para guardar el panda? Pues
bien, es el momento de entrar en detalles. El sitio en cuestión era una vieja
casa del abuelo de Andoni, que tenía un pequeño portón de acceso al patio
interior a través de un pasillo. Antes de comprar el Marbella ya lo teníamos
medido y sabíamos que el coche cabía, pero muy justo. ¿Cómo de justo? Pues
bien, ¿veís lo estrecho que es el portón verde de la izquierda?
Pues ese no es, es
el marrón de la derecha. Aunque parezca increíble el portón es exactamente 2
centímetros más ancho que lo que mide el coche con los retrovisores plegados.
Así que, como las matemáticas son exactas… el coche tiene que caber… ¿… o no?
Pues ahí estaba el miedo…
Terminamos de comer
y volvimos a emprender el viaje con Andoni al volante, y empezamos a darnos
cuenta de una cosa… al frontera le cuesta tirar del coche… más de lo que
esperábamos. Cuando preparamos el viaje habíamos echado las cuentas de que el
remolque pesaría unos 150 kilos y el panda (que tenía la parte de atrás sin
asientos) unos 600 kilos, osea, 750Kg que era lo legal. Pero claro, el remolque ya no era el que estaba
previsto, y éste era un poco más grande y pesado. Y el Marbella ya no era solo
un Marbella, era un Marbella con dos motores dos transmisiones, 10 ruedas con
sus llantas de acero, 4 asientos delanteros, una baca, y un montón de piezas
que pesaban lo suyo… No quisimos echar cuentas de cuanto peso estaríamos
arrastrando pero lo que teníamos claro es que íbamos pasados de peso, y
bastante. Pero bueno, solo era cuestión de apagar el aire acondicionado, ir
despacito para cuidar el frontera y no llamar la atención cuando nos cruzásemos
con alguna patrulla de la guardia civil. Así que seguimos el viaje sin más
problemas… hasta que llegamos a somosierra. En principio, con el ritmo que
llevábamos era suficiente para aprovechar las inercias y subir las cuestas a
una velocidad razonable, pero era domingo por la tarde, Julio, y operación
retorno… así que nos tocó atasco y patrullas de la guardia civil paradas en el
arcen controlando el tráfico. El escenario ideal para que se note que no
podíamos recuperar el ritmo normal porque íbamos pasados de peso…
Sufrimos bastante… y
apretamos el culo en alguna ocasión que nos quedamos parados justo al lado de
una patrulla, pero finalmente superamos el puerto , y concluimos el viaje
llegando hasta la casa del abuelo de Andoni. ¡Ya estábamos en casa!
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